Gyume Tibetan Monks | es

8    0

Je Tzong Sherab Senge, un lama tibetano, se despertó una noche de un sueño extraño. Él había escuchado una voz como nadie en este mundo la había escuchado. Era inauditamente baja y sonó más bien como el vago retumbar de un toro más que una voz humana. Como si no fuera bastante apareció simultáneamente una segunda voz que era alta, pura y clara como la voz de una joven muchacha. Ambas tenían el mismo origen en él mismo. Él recibió la instrucción de fundar un nuevo estilo de cante que debía contener ambos aspectos de la energía divina, tanto el masculino como el femenino. La mañana siguiente les contó a sus monjes su sueño y hacía sonar además su nueva voz. Eso ocurrió en el año 1433.

En el mismo año fundó el monasterio tántrico de Gyume. En el mismo siglo se fundó el monasterio tántrico de Gyuto. Ambos tomaron este estilo de cante.

Tíbet rechazaba durante siglos comunicarse con el exterior y mantenía así sus misterios hasta que en 1950 ha sido ocupado de China. Ahora se filtraba algo sobre sus rituales tántricos hacía fuera pues muchos tibetanos tenían que huir del país. Por supuesto también descripciones de una técnica de cante que en occidente en esta forma nunca se ha oido. Dejemos que hable un erudito tibetano:

Aún no sabemos como pero descubrieron posibilidades de poner los sobretonos en vibración formando la cavidad bucal y nasal de tal forma que se escuchaban como tonos independientes. Cada así entrenado lama podía cantar tres tonos de un acorde al mismo tiempo, más o menos re, fa sostenido y la. El significado religioso de este fenómeno resulta del hecho que sobretonos despiertan áreas numinosos que se sienten sin llegar a ser claros. Tienen exactamente la misma relación hacía lo que escuchamos que lo santo hacía la vida corriente mundano. Como la meta de la adoración consiste en mover lo santo de la periferia al centro de la conciencia, la capacidad de mover los sobretonos de la subconsciencia al centro de la conciencia tiene fuerza simbólica. Pues la meta de la búsqueda espiritual consiste en eso: experimentar que la vida es rica en sobretonos que cuentan de una realidad que se puede sentir pero no ver o describir, que se escucha pero que no es abiertamente accesible.

Los cantes tántricos descritos por Smith no se dejan expresar con palabras! Hay que vivirlos. Los monjes tibetanos cantan un tono de base que oscila con 65,5 Hz, un tono que está casi dos octavas debajo de la do’. Con este producen un tono inferior que está una octava entera más abajo. Aparecen aun más tonos muy claros, un sobretono que está dos octavas y una tercera sobre este tono inferior. Menos claro pero también claro y acentuado se escucha el 4º y 9º sobretono. Ellos producen además una “segunda voz”, que está dos octavas y una quinta sobre el tono más bajo.

Esta “melodía del tono único” no se aprende ensayando tradicionalmente. Se aprende estando juntos con monjes mayores y se produce cuando sonido, respiración y espíritu se funden hacía una unidad.

Dejemos que hable un catedrático para estudios indo-tibetanos:

Los monjes jóvenes cantan con un maestro y aprenden imitar su sonido. A pesar de eso no se considera posible que aprendan la técnica de forma puramente mecánica. Ensayan al mismo tiempo en todos los aspectos del dharma. El cante multifonal será posible a través de la meditación sobre desinterés. Solo los monjes que han alcanzado un cierto nivel de esta meditación pueden abrirse tanto que llegan a ser un recipiente para este sonido. El sonido está producido por hombres que, mientras están presentes, están concientes en un nivel, en él que no están presentes. El sonido viene a través de ellos y no de ellos.

Otra vez para destacarlo. Los monjes tibetanos no creen que ellos produzcan el tono más bien son los medios a través del cual se manifiesta el tono sagrado. Al contrario a tradiciones de indios americanos o al canto gutural de los mongoles los tibetanos utilizan mantras de sus textos sagrados que incorporan en sus melodías. .

Todos los álbumes

Mejores álbumes

Artistas similares